"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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UN CUENTO RARÍSIMO

UN CUENTO RARISIMO (O la extraña historia de la princesa buena y dulce, hija del rey Feroz y encantada por la Bruja Perversa, que esperaba un príncipe para ser feliz y bla-bla-bla) © Jordi Sierra i Fabra 2010 Erase una vez una princesa buena y dulce… (Perdón, no empecemos mal. Un cuento que comienza así es una cursilada). Pero es que la princesa era buena y dulce. (Vale, pero no cuela. Estamos en el siglo XXI. La liberación de la mujer empezó el siglo pasado). De acuerdo, pues era una princesa que… (Mejor. Pero, ¿qué clase de princesa era? ¿Trabajaba? ¿Era independiente? ¿Vivía en casa de sus padres o ya tenía piso propio?) Bueno, si es una princesa… ¡En los cuentos, las princesas viven en palacios! (¿Me estás diciendo que no daba golpe? ¿Me dirás incluso que era de esas que espera un principe para ser feliz y comerse la perdiz y todo ese rollo?) Pues sí. Era una princesa cuyo padre, el rey Feroz… (O sea que, además, el padre era un ogro. Más tópicos. Todo el día trabajando y sin tener tiempo para la pobre princesita, que estaba sola y… ¿Suelto una lágrima? ¡Por favor!) No, el padre no era más que eso, Feroz. La tenía encerrada porque una bruja, la Bruja Perversa, la había encantado y… (¡Uy, uy, uy! Pero, ¿de qué vas? Mira, a mi me gusta el rock duro, llevo media docena de piercings, el cabello pintado de verde, me va la marcha y ya no soy una cría, ¿vale? ¡Tengo doce años!) El cuento de la princesa, su padre y la bruja… ¿no mola? (No). Pues vaya. (Vamos, tío, enrollate). Si es que… (Puedes hacerlo mejor). No sé cómo. (Mira: ella es una tía súper, que trabaja en una boutique, con un jefe baboso y fondón que quiere venderse la tienda y colgarla en la calle, así que le monta un pollo al pavo que lo deja tieso, va a un abogado laboralista que está macizo y tienen una historia aunque chateando conoce a otro menda que la priva cantidad, así que al final y tras trincar la pasta acaba pasando de los dos para irse al Caribe a tomar el sol). ¡Qué horror! Esto no parece un cuento, la verdad. (Pero es real, tío. Los niños van a flipar). Esto ya no es lo que era. (Pues claro que no. ¿Te extrañas?) Yo sólo quería escribir un cuento, normal y corriente, clásico, no para que flipen, sino para que se emocionen. (¿Se van a emocionar con eso? Eres un inocente. Mira, yo…). Por cierto, ¿y tú quien eres? (Tu sentido común). ¿Mi sentido común tiene doce años, lleva piercings, el pelo verde y le gusta el rock duro? (Sí). Me gustaba más antes. (Bienvenido al mundo real). ¿Sabes que te digo? (¡Eh! ¿Que haces?) Pasar de ti. Soy escritor. ¿Para qué quiero sentido común? (¡No puedes pasar de mi!) Si puedo. Mira: (¡Ah, que patada! ¡Bestia!) Erase una vez una princesa, buena y dulce, cuyo padre, el rey Feroz, la tenía encerrada en lo alto de un torreón porque la Bruja Perversa había arrojado sobre ella una maldición al nacer. Un día, un hermoso, hermosísimo principe, valiente y galante, llamado Godofredo, llegó cabalgando en un corcel blanco y…

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